Es preciso ahora que, por ejemplo,
pensemos en nuestra madre
como en una señora desconocida:
un animal que dice habernos parido.
Sin ironía.
Es decir, como cuando descubrimos,
con inquietud a veces, otras con parsimonia,
que quien nos toca, desnudo, es un ser extraño;
cuando no reconocemos los lazos, las relaciones habituales,
¿cuando gana qué en nuestra mente?
Si no es posible pensar así, ahora,
durante lo que sigue; digo,
pensar de esa manera –no digo pensar en eso, sino de esa manera-,
será mejor dejar de leer,
ahora.
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